En los últimos años, investigadores y organizaciones han especulado sobre la demanda mundial de alimentos en los próximos 20 a 30 años. La FAO estima que el aumento de la población humana incrementará la demanda de alimentos hasta un 50-54% para 2050. En este escenario, la agricultura se enfrenta al importante reto de lograr una producción rentable y sostenible en un entorno en el que la urbanización y la competencia mundial están dando lugar a una reducción de tierras cultivables, un aumento de los costes laborales, una sobreexplotación de los recursos naturales (como el agua potable) y una mayor demanda de energía. Esta situación está cambiando el modelo de negocio agrícola de pequeñas granjas con tecnología de bajo nivel a explotaciones más grandes con menos mano de obra y tecnología más avanzada. En este contexto, la digitalización se ha convertido en el soporte fundamental en la evolución de la agricultura tradicional, ya que su carácter tecnológico se traduce en un uso más eficiente de los recursos primarios, un aumento de la producción y las importantes aportaciones de recursos renovables, satisfaciendo los objetivos de: (a) reducir la dependencia de los combustibles fósiles, (b) aumentar el valor de la producción, y (c) mejorar la sostenibilidad de las distintas huellas del sistema, principalmente el agua, energía y el CO2.
En este sentido, la Unión Europea y los diferentes estados miembros están tratando de promover el uso de tecnologías que mejoren la sostenibilidad del sistema a la vez que aumenten la rentabilidad. A pesar de los esfuerzos de las diferentes administraciones, la agricultura en general y la agricultura intensiva protegida en particular todavía no están muy tecnificadas. En 2021, el Consejo Europeo adoptó el paquete «FIT for 55», con el que se pretende cumplir el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030 en comparación con 1990, teniendo en cuenta que la agricultura es responsable del 10,1% de las emisiones europeas de gases de efecto invernadero (CH4, N2O, CO2). La estrategia «de la granja a la mesa» (F2F, “Farm to Fork”) hace hincapié en la necesidad de acelerar la transición hacia un sistema alimentario sostenible y destaca las necesidades de desarrollar nuevos modelos de negocio ecológicos. Todo ello dentro del núcleo del Pacto Verde Europeo, cuyos principales objetivos se centran en acelerar la transición hacia una producción alimentaria sostenible mediante el aumento del uso de energías renovables, mitigando así y adaptándose al cambio climático. Esto se traducirá en un impacto medioambiental neutro o positivo para 2050, impacto que no debe amenazar la producción de alimentos al tiempo que se garantiza un sector agrícola que genere rendimientos económicos justos, saludable y respetuoso con el medio ambiente.
La Universidad de Almería es el líder andaluz en iniciativas nacionales, europeas e internacionales de digitalización en el sector agro. En la actualidad se están desarrollando interesantes y potentes aplicaciones, que están teniendo aceptación por una parte de los agricultores más familiarizados con los avances tecnológicos. Los proyectos llevados a cabo pretenden acelerar la adopción de la digitalización en el ámbito agrícola para garantizar la producción de alimentos suficiente, segura y saludable y fundamentalmente para fortalecer la competitividad de las cadenas agrícolas y alimentarias en Europa. También busca consolidar la posición de liderazgo de sectores como el de la horticultura almeriense, fomentando la colaboración entre agricultores, cooperativas, proveedores de tecnología y centros de investigación, teniendo siempre presente la aceptación de las soluciones desarrolladas por todos los actores participantes. Es fundamental anticipar los desarrollos tecnológicos y desafíos emergentes, así como incrementar el nivel de preparación tecnológica en el campo andaluz para garantizar la sostenibilidad y el mantenimiento de su liderazgo en el futuro.